Los jóvenes no leen menos; sus padres ya no leen libros. Echar la culpa a la tecnología no es justo. Mucha responsabilidad del mal uso de las pantallas es de los padres. Es recomendable realizar un seguimiento de los contenidos consultados o las actividades que han realizado los niños en Internet. Algunas familias optan por la prohibición por miedo a los peligros y otros prefieren no mirar lo que están haciendo. No hay que prohibir ni permitir todo. La opción correcta es educar. Se hace compartiendo experiencias juntos. Está bien comentar con nuestros hijos algo gracioso o desagradable que hayan visto en TikTok o Snapchat; participar todos opinando sobre un video que se ha hecho viral. Es una manera de acompañarlos en este viaje sabiendo usar las herramientas pero entendiendo las implicaciones que conllevan. Está bueno limitar el tiempo de uso y observar sus hábitos para saber si tienen un problema con las pantallas.