El Tribuno

Poetas salteños, a cielo abierto

Gonzalo Castañeda Nordmann *Abogado

La tradición y cultura salteña acogen en su vientre la jerarquía en lo que a la música y la poesía refiere. Extraordinarios artistas florecieron de esta tierra y llevaron tonadas y letras que embelesaron cada rincón de nuestra provincia, y más linda la hicieron.

La poesía dibujó a lo largo del tiempo una imagen que nos muestra la historia de Salta en su glorioso crecimiento. Y la minería no fue ajena a su dulce encanto, el de su literatura local, el de su encuentro. Que poetas hilaron a puño y letra para trenzar con sus pigmentos, bellezas ocultas de una actividad que es tan antigua, como necesaria en este momento.

La minería esbozada en versos: el hombre y la piedra, creando mundos nuevos. Pasando por Jaime Dávalos, el Cuchi Leguizamón, Castilla, y los poemas que otros, con sus adjetivos, elogiaron al dueño de esta historia: el minero.

Un caso icónico fue el de doña Ascensión Isasmendi de Dávalos. Mujer minera, quizás la primera, por las borateras en el Salar de Hombre Muerto; abuela del ilustre escritor Juan Carlos Dávalos y bisabuela del poeta Jaime, que se expresó con un vigor verdadero.

La visión poética que hemos legado retrata un cuadro nostálgico de la minería, muy distinto al actual, pero bello igual. Jaime Dávalos (1921-1981) en su poema “Temor de sábado” se expresa de una manera tan visual:

“El patrón tiene miedo que se manchen / con vino los mineros / Él sabe que les entra como un chorro / de gritos en el cuerpo. / Que enroscado en las cuevas de la sangre / les hallará el silencio, / el oscuro silencio de la piedra / que come sombra socavón adentroà Que ni una gota más caiga en la boca / desierta del minero, / donde el grito se tapa con la coca, / y con alcohol la sed de amor y besos. / Hay que esconder la primavera en sangre / del vino que descubre los secretos.”

Hoy no se conciben de esos patrones, ni bajos sueldos, y la imagen de los mineros de ahora no retratarán a un hombre triste, sino de ensueños, el que sale a la montaña a conquistar el futuro, su destino claro y cierto.

“La zamba de los mineros”, también de Jaime, es conocida en cada rincón de nuestro pueblo, porque Gustavo Leguizamón, el “Cuchi” (1917-2000) le supo dar abrigo musical, con su instrumental profundo y sereno:

“Pasaré por Hualfín / Me voy a Corral Quemao. / A lo de Marcelino Ríos / para corpacharme con vino morao. / Yo soy ese cantor / nacido en el carnaval / minero de la noche traigo / la estrella de cuarzo de Culampajá. La zamba de los mineros/ tiene solo dos caminos / morir el sueño del oro, / vivir el sueño del vino. Me voy a Pirquinay / Veta del Culampajá / cuando a mí me pille la muerte/ tan solo esta zamba me conocerá. / Molino de Maray / que mueles con tanto afán / mientras otros muelen el oro / Marcelino Ríos su uva molerá.”

Por su parte Manuel J. Castilla (1918-1980), dejó también en su folklore canciones que describen la Puna y los mineros de una forma metafórica y sin igual. Castilla en sus poemas abraza al que trabaja en el socavón, en la profundidad; a la palliri que rompía piedras en la bocamina para encontrar entre la roca estéril el útil mineral, y al que en los ríos busca oro lavando el tierral:

“Qué trabajo más simple que tiene la Palliri. / Sentada sobre el cáliz de su propia pollera, / elige con los ojos unos trozos de roca / que despedaza a golpes de matillo en la tierra.

Qué inútil que sería decir que en sus miradas / hay un pozo de sombra y otro pozo de ausencia; / que pudo ser pastora de las nubes / y se quedó en minera, / que pudo hilar sus sueños por las cumbres / viendo bailar la rueca.

La Palliri no canta / ni tampoco hila sueños. / La mirada en la tierra / y en la cabeza el cielo / de mañana y de tarde / busca sólo el silencio / y cuando está a su lado / lo quiebra contra el suelo.

Y no sabe que a ratos, entre sus brazos recios, / se le duerme el martillo como un niño de hierro.”

Esta icónica figura ha quedado extinta en nuestra puna, siendo ahora la Palliri un melancólico recuerdo de una minería que fue en algún momento, de una mujer minera, pero que no pudiera entrar a la mina, para no despertar de la pacha sus celos.

“Los mineros son un gajo de piedra” decía Castilla, y “Aquí esta la veta, ¿la ve, señor ingeniero? / a esta hora parece una víbora durmiendo”, para simbolizar el valor del trabajo, y la importancia del mineral que nada vale si no se saca del suelo.

Hoy el minero conquista el suelo cordillerano, y cuando en el litio pensamos, se me viene las palabras de Pedro Choque: “Sábana blanca de los salares / se ve de lejos como esperando / que alguien descubra las maravillas / y los paisajes del Altiplano”.

Y quizás no sea sencillo decodificar la poesía minera de los poetas a causa de sus laberínticas metáforas; pero sus letras nos muestran como la montaña se apodera del minero, porque en cada paso que el minero da, la montaña lo seguirá.

Hoy vemos hombres, y mujeres abriendo camino en nuestra Puna, de la mano de la madre de todas las industrias: la minería, ¡y qué madre! porque aloja y abraza al hombre en sus senos de tierra.

Ahora bien, acogimos una generación que supo germinar de nuestro agreste suelo montañoso letras que se hicieron canciones, canciones que se hicieron parte de la raíz cultural, pero ahora ¿dónde estarán los nuevos poetas, que le sepan al minero cantar?

Romina Sassarini

SECRETARIA DE MINERÍA DE SALTA

Mineria

es-ar

2022-11-27T08:00:00.0000000Z

2022-11-27T08:00:00.0000000Z

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