El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, pasó de impulsar un Estado mínimo durante sus tres años de gestión a un Estado presente en las últimas semanas, con políticas de ayuda social por unos 7.700 millones de dólares hasta fin de año que podrían servirle, como muestran los sondeos, para recuperar su imagen y llevar así a una segunda vuelta la elección ante Luiz Inácio Lula da SIlva.

En la antesala del inicio oficial de la campaña -el 16 de agosto- para los comicios del 2 de octubre, Bolsonaro comenzó a desplegar el llamado “paquete de bondades” para reducir la distancia que lo separa en las encuestas de Lula: será clave el dato, si se confirma, de que habrá deflación momentánea en julio o agosto, luego de la disparada histórica de los precios en el primer semestre de este año, gracias a la caída de los precios de los combustibles.

A partir del 9 de agosto, el megapaquete de ayuda social, aprobado casi por unanimidad en el Congreso, podría rendir frutos al Presidente.

Apenas hasta fin de año habrá aumento de 400 a 600 reales (de 75 a 116 dólares) en el Auxilio Brasil, principal beneficio social actual en el país que reemplazó al Bolsa Familia, obra del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula.

Bolsonaro también comenzó a actualizar los planes sociales por la inflación, lo cual los llevó de 190 reales de 2016 a 400 a inicios de 2022. El interrogante es si estas medidas, calificadas de electoralistas, podrán evitar que Lula gane en primera vuelta

Las encuestas de julio de Datafolha y la de agosto de Quaest revelaron que se redujo la chance de Lula de ser reelecto en primera vuelta, ya que le dan 52% y 51% , dentro del margen de error de 2 puntos.