El Tribuno

“En el largo plazo todos estaremos muertos”

La resignación y la impotencia frente al deterioro de un país donde los problemas y las argucias se repiten sin que nadie los resuelva obligan a repensar la advertencia de John Maynard Keynes.

Por Carlos Alejandro Belloni Ingeniero y escritor

Dos noticias en apariencia menores. Un camión de ganado vuelca en la localidad de Calchaquí, en la provincia de Corrientes. Los vecinos faenan las vacas allí mismo. Algunos animales habrían muerto en el accidente y, para ser justos, otros estaban agonizando y tuvieron que ser sacrificados de inmediato. Pero la imagen de la gente faenando las vacas en el lugar es dantesca.

La otra noticia es sobre otro camión que pierde el control y vuelca su carga de cajones de cerveza sobre la ruta en Apóstoles, provincia de Misiones. Los vecinos se llevan casi toda la carga en escasos minutos. Los dos actos constituyen un robo y, por lo tanto, un delito.

¿Cuándo quedó establecido que es lícito hacerse de la carga de un camión que vuelca por accidente?

Convengamos que estos dos hechos configuran una ínfima muestra de eventos similares que ocurren con una pasmosa asiduidad. En el primer caso podría alegarse hambre y necesidad como atenuante. Cincuenta vacas moribundas en un lugar con uno de los mayores índices de pobreza del país puede ser una tentación imposible de resistir. El caso del saqueo de los cajones de cerveza no puede ni debe ser justificado jamás.

Ambas noticias son representativas del momento social confuso que vivimos y muestran el grado de precarización que existe, así como la grave y preocupante aceleración de la crisis. Que es equivocado pensarla solo como una crisis económica cuando, en lo esencial, es una crisis moral. (SUB) Catorce años no es nada Una imagen; una tapa del diario Clarín del día 24 de julio de 2008. Tiene un enorme titular en su parte izquierda que dice “Cambio clave en el Gobierno: se fue Alberto Fernández” y habla del alejamiento de este como jefe de Gabinete. La renuncia se habría producido -según consigna la nota periodística de aquel momento-, por su desgaste luego de la pelea con el campo. En la parte derecha aparece un joven, sonriente y triunfante Sergio Massa, quien había sido nombrado en reemplazo del saliente Alberto Fernández. Debajo de la foto, una declaración célebre: “La sociedad no nos quiere ver discutir, sino trabajar”. El paralelismo asusta.

Es trágico e irónico ver esta foto catorce años más tarde. Los mismos personajes; las mismas declaraciones; los mismos problemas; las mismas “soluciones”. La misma crisis.

Parece que estuviéramos encerrados y atrapados en un bucle temporal donde lo importante y lo fundamental nunca cambia. Pero donde va quedando un país cada vez más precarizado y abatido, arrasado; con una mayor pobreza intelectual, social, educativa y sanitaria. Con valores

“Argentina, un país”.

Otra foto: una asamblea en el Club Atlético Independiente, donde cientos de simpatizantes protestan contra la comisión directiva -encabezada por Hugo Moyano- pidiendo elecciones. Hugo Moyano huyó raudo del lugar en un auto de alta gama, blindado, y custodiado por policías. Los hinchas se enfrentarían con la policía por más de una hora y de una manera muy violenta.

Argentina, un país donde se desata una violencia extrema e irracional por la falta de elecciones en un club de fútbol; pero donde nos resignamos y nos parece aceptable tener un 45% de pobreza o más; un 40% de informalidad; un 45% de desempleo real; o un 90 o 100% de inflación anual. Nada justifica el saqueo ni la violencia. Pero existen decenas de formas no violentas de reaccionar; de no resignarnos a aceptar esta situación.

Es llamativo que una parte de la sociedad “explote” reclamando elecciones en un club de fútbol mientras que todo el resto de la sociedad siga sin reaccionar ante lo que describí antes que, en mi escala de valores, es infinitamente más grave y preocupante. Creo que todos podemos vivir sin elecciones en un club de fútbol. Es más, con la crisis de este país, creo que sería mucho menos grave que cerraran todos los clubes de fútbol. Pero claro, todos sabemos del profundo maridaje que existe entre pobreza, fútbol, negocios, barras bravas y política.

Pero no podemos seguir viviendo en un país donde solo 16 de cada 100 chicos que inician la escuela primaria terminan el secundario en tiempo y en forma. Donde solo 3 de cada 10 niños comprenden lo que leen y solo 4 de cada 10 saben hacer una cuenta matemática básica. Un país donde solo egresa una porción ínfima de los estudiantes que ingresan al sistema universitario, hoy devenido en unidad básica; y donde solo el 1% de la población tiene un título de posgrado. Donde los jóvenes se van en una diáspora masiva por falta de oportunidades y de futuro; todo mientras las inversiones se alejan por falta de reglas claras y estables en el tiempo. Por falta de toda previsibilidad.

El único resultado predecible, de persistir en esta conducta de tanta anomia autodestructiva, es que van a seguir empeorando todos los índices: de pobreza, de indigencia, de analfabetismo, de desnutrición infantil y adulta, de carencias, de desempleo, de caída del PBI.

Opinión

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2022-08-07T07:00:00.0000000Z

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