(q.e.p.d.). Querido Salo a un mes de tu trájica partida, que no nos permitió despedirnos como a mi me hubiera gustado se viene a mi memoria los hermosos momentos que pasamos juntos. Eras muy especial, un día nos desconocíamos y al otro día otra vez nos amigabamos y siempre vino de por medio hacíamos las pases. Salo querido dejaste una huella muy profunda aquí en la Caldera, en todos los que te conocieron y en especial en mí que me hacías sentir tu consejero. Estoy seguro que Dios te tiene en un lugar muy especial, como te merecías, yo aquí desde la Calderilla todavía te veo subir y bajar a prender la bomba, que era el curro que tenías para hacerte humo. Fué una epoca muy linda e inolvidable. Desde mi humilde rancho te mando un abrazo al cielo y todo el cariño de tu amigo del alma. Dr. Erwin Pfister.